martes, 6 de marzo de 2018

12. La exaltación de María como Reina del Cielo

12. La exaltación de María como Reina del Cielo: El catolicismo concede a María el título de “Reina del Cielo" (Catecismo; Rosario; Regina Caeli). En muchas pinturas antiguas, murales y altares de iglesias católicas alrededor del mundo, María es representada en imágenes con ropas y coronas reales. Muchos católicos le llaman "nuestra Señora" (queriendo decir que ella les manda, dirige y da órdenes que ellos siguen, a pesar de que no hay “mandatos” de María). Sostienen que ella es exaltada y gobierna desde el Cielo junto a Dios. Esto fue hecho oficial en el Primer Concilio de Efeso (431 d.C) y el Papa Pío XII definió la enseñanza en el año 1954, diciendo que “el Hijo de Dios refleja en Su madre celestial la gloria, la majestad y el dominio de Su reino". Esta doctrina le atribuye a María las cualidades de poder y el gobierno de Cristo, y le otorga facultades sobrenaturales y divinas. Los católicos le dedican festividades, le queman incienso, le hacen altares y le organizan misas y festines en honor a su “reino” en el cielo. Por su arraigada tradición, el calendario católico de fiestas marianas mundiales establece al menos 1 fiesta mariana para cada día del año.

Históricamente, Orígenes (ca. 254), quien fue sacerdote de Alejandría, introdujo esta doctrina como alternativa para reemplazar el culto de la diosa Isis (que era adorada en Egipto como reina del Cielo). Queriendo ganar adeptos para la Iglesia de Roma y frenar el culto a Isis que se extendía en el imperio grecorromano, Orígenes llamó a María, “la Reina del Cielo”, lo que originó simpatía por la misma figura en el pueblo pagano. En la Biblia ese es el título pagano a la diosa Ishtar, Asera o Astaret que había sido adorada en Babilonia, en Siria y los Cananeos. Dios declaró que el culto a la llamada “reina del Cielo” era una grave ofensa que provocaba que se encendiera su ira (Jeremías 7:18, 44:17-19, 44:25; Jueces 2:12-14, 3:7; 1 Sam. 7:3). La Ley de Dios prohibió levantarle altares (Dt. 16:22), Dios dijo que el incienso debía ser consagrado sólo a Él (Éxodo 30:37) y que solamente Él debía ser exaltado (Dt. 6:13, Sal. 83:18; 92:8, Is. 2:17, Job 36:22). Cristo dijo que es imposible ante Dios servir a dos señoríos a la vez (Mateo 6:24). La Biblia afirma que DIOS es el ÚNICO gobernante celestial (1 Timoteo 6:15, Is. 37:16; Sal. 44:4), sólo Él es el Señor (Neh. 9:6), nuestro ÚNICO soberano y Señor (Judas 1:4) y Él no comparte Su gloria con nadie (Isaías 42:8-10).

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